Yo si creo en Dios,
Dios está en ti, en mí,
En todos los pelafustanes, don nadie
feriantes, reos,
putas y maricones
También está en la vuelta circular
del realmente odioso
y su ceguera crónica
Dios está en mi gato y en mi almohada...
En las polvorientas baldosas
que guardan las huellas de familias enteras
Ventanas que traslucen sonrisas disgregadas
Sillas que reúnen risotadas que se van
Está en el naranjo del patio
y en el otro árbol que está por caer
Está en la flor antigua
que reflota cada primavera
Dios está en una taza de té y en mi vagina
Está en el paradero de micro
Entre las rutas por la cordillera de los Andes
Está en el verso libre, en el canto de entraña
y en guitarras que hacen el amor
Está, en las luminosas estrellas del campo
y en los faroles de las calles
con sus polillas revoloteando
En la masturbación de un-a adolescente
En los surcos que irremediablemente se unen
o esperan completar su vacío
También está en el gusano
que sale de la tierra y echa a volar,
se sabe que volverá
Está, en la lágrima que le corre por el rostro
a una mujer con una fotografía en el pecho
que conoció con la mejilla el asfalto frío,
o que de rodillas busca en la arena caliente
y en el viento
Existe, en las bicicletas matutinas
En las cervezas nocturnas y tu risa
En un choque de autos
Lo sentí en un choque de labios
Pero nunca lo sentí en un rosario
menos en un santito o estatuilla
jamás lo oí en los sermones
o en las incómodas confesiones
que facilitan la absolución de los pecados
de los dueños de Alsacia o La escondida
Menos en las estúpidas críticas
En el celibato o prohibiciones
al amor, cual sea su forma, al placer,
a la decisión propia...
"Siéntase bien usté, que no es malo,
como aquellas personas
total, las paredes son altas y las bocas
increíblemente hipócritas"
Yo creo que
Dios es más semen que agua bendita
Dios es más cielo de campo abierto
que bóveda elegante
Es más desiertos, mares, las plantas - todas -
y los ojos - tuyos -
Es más la coincidencia de miradas
entre edificios, carteles, semáforos
y todas esas luces obligadas
Es más el grito que liberan las gargantas
de enojadas conciencias
que huyen de sus butacas silenciosas
Que huyen de los bostezos que me provocan
las palabras rutinarias, de memoria,
las sonrisas falsas, la socialité,
el pelambre y el autocoronarse
Sinceramente ¿podría Dios ser eso?
Es que, si Dios fuera eso no sería nada,
absolutamente nada,
Y yo, perdón...
me rehúso a creer en la nada.
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