domingo, 12 de mayo de 2013

Cómo que no creo en Dios

Yo si creo en Dios,
Dios está en ti, en mí,
En todos los pelafustanes, don nadie
feriantes, reos,
putas y maricones

También está en la vuelta circular
del realmente odioso
y su ceguera crónica

Dios está en mi gato y en mi almohada...
En las polvorientas baldosas
que guardan las huellas de familias enteras
Ventanas que traslucen sonrisas disgregadas
Sillas que reúnen risotadas que se van

Está en el naranjo del patio
y en el otro árbol que está por caer
Está en la flor antigua
que reflota cada primavera

Dios está en una taza de té y  en mi vagina
Está en el paradero de micro
Entre las rutas por la cordillera de los Andes

Está en el verso libre, en el canto de entraña
y en guitarras que hacen el amor

Está, en las luminosas estrellas del campo
y en los faroles de las calles
con sus polillas revoloteando

En la masturbación de un-a adolescente
En los surcos que irremediablemente se unen
o esperan completar su vacío

También está en el gusano
que sale de la tierra y echa a volar,
se sabe que volverá

Está, en la lágrima que le corre por el rostro
a una mujer con una fotografía en el pecho
que conoció con la mejilla el asfalto frío,
o que de rodillas busca en la arena caliente
y en el viento

Existe, en las bicicletas matutinas
En las cervezas nocturnas y tu risa
En un choque de autos
Lo sentí en un choque de labios

Pero nunca lo sentí en un rosario
menos en un santito o estatuilla
jamás lo oí en los sermones
o en las incómodas confesiones
que facilitan la absolución de los pecados
de los dueños de Alsacia o La escondida

Menos en las estúpidas críticas
En el celibato o prohibiciones
al amor, cual sea su forma, al placer,
a la decisión propia...
"Siéntase bien usté, que no es malo,
como aquellas personas
total, las paredes son altas y las bocas
increíblemente hipócritas"

Yo creo que
Dios es más semen que agua bendita
Dios es más cielo de campo abierto
que bóveda elegante
Es más desiertos, mares, las plantas - todas -
y los ojos - tuyos -

Es más la coincidencia de miradas
entre edificios, carteles, semáforos
y todas esas luces obligadas

Es más el grito que liberan las gargantas
de enojadas conciencias
que huyen de sus butacas silenciosas

Que huyen de los bostezos que me provocan
las palabras rutinarias, de memoria,
las sonrisas falsas, la socialité,
el pelambre y el autocoronarse

Sinceramente ¿podría Dios ser eso?
Es que, si Dios fuera eso no sería nada,
absolutamente nada,
Y yo, perdón...
me rehúso a creer en la nada.

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