martes, 2 de septiembre de 2014

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Las cosas no son, no son más que palabras sin sentido, después de ver morir una vez una flor o un gato - si se prefiere - ninguna de las palabras volverá a tener el sentido que alguna vez tuvieron. Me pregunto si yo ya tengo un hueco en el alma por el que escurren veloces los torrentes, y se pegan a sus paredes asquerosas bacterias que me muerden fuerte cada vez que me punzas con un eco, con largos ecos errados. Es que, por sentir amor me duele del alma al brazo y no puedo controlar los labios arqueados, la garganta ahogada y el cuerpo entumecido, sin ganas, sin ganas de verte y extrañándote un minuto como un día, un día como un mes, cuando te sales del margen. No hay márgenes, toda la idea que somos se derrama por el suelo constantemente, nada te pueden prometer.Vulnerable me tienes, tengo terror, tengo hastío del artificio, del artificio de las amistades, del artificio de los saberes, del artificio de los motivos para despertar, tengo vergüenza de no ser como quiero, tengo vergüenza de mi cuerpo mal nacido y mi cara sin expresión y gracia, tengo terror al diluir, a la explosión, al desgaste, con la primera certeza  estorba la segunda, amo y le temo a la muerte, de los años, de las ideas, de los apegos, de la carne, del cuerpo que satisface. Te necesito tanto que moriría por ti, porque en tus ojos todo tiene sentido, pero después de un segundo sin ellos, ya el mundo me parece voluble, y no quiero que nuestra verdad se haga voluble, no quiero aceptar que también eres voluble, y yo también. No puedo esperar nada, ni de ti, que te tenía como baluarte fijo, pero debo convencerme de mi error, cómo quisiera poder esperar algo de alguien, pero nadie existe. Ya se me olvidó eso de creerse unido universalmente a un ser, quisiera creer eso del amor, sin embargo dudo del amor, tengo miedo del amor. Qué gran responsabilidad es vivir con tanto amor dentro, qué decepcionante es sentirse frágil, qué pena me da a veces el vivir.




Aunque casi odie ahora a los beatles.

viernes, 18 de abril de 2014

G. García Márquez

Nunca sentí que tuve una actitud realmente literaria al leer a Gabriel García Márquez, simplemente me veía envuelta en sus historias tan familiares y tan extranjeras a la vez, porque Gabriel era capaz de dar cuenta de esta tierra americana tan heterogénea e insólita, sin embargo a su vez - pienso yo - nos unía como americanos a través de sus relatos, en un espacio que permitía hacer converger las memorias históricas de la colectividad, pero también era posible encontrar las memorias personales y familiares.
Sobre esto último, para mí Gabriel escribió mucho verde, turquesa y sepia.
Escribió el calor nocturno en lugares que jamás he pisado, pero podía sentir tan propios.
Escribió un pájaro y yo le leía su canto.
Escribió la rabia de un pueblo, la que aún tenemos la desdicha de seguir sintiendo.
Pero también me parece que a veces escribió de mi abuelo, de la infancia de mi madre, de cosas terribles que vio mi padre.
Para mí, de algún u otro modo, escribió la literatura de nuestras venas, a través del irrepetible crisol de un siglo y una geografía.
Gracias por vivir.



"(...) A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.  
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él sólo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido (...)"

(La Marioneta)

miércoles, 5 de marzo de 2014

domingo, 2 de marzo de 2014

Otra de vacíos.

Describiría mis días con la palabra más inerte que estuviese a mi alcance, una palabra que desconozco, ya que no sé cómo atrapar mi puta desesperanza esperanzada en una oración que se me haga suficiente.
Esa cuota de tristeza en cada estúpida sonrisa, esa cuota de optimismo en cada lloriqueo sin peso.
Ya ni sé si exagero, pero este vacío que muta entre lo plano y lo hondo, me hace pensar que es la agonía más infame que pueda tener el alma, es evidente: no puedes quejarte demasiado, ya que no tienes de qué quejarte en concreto, está ahí siempre y tienes la esperanza aún de que muera, sin embargo te acompaña cada día. Cuando te llena una simple mirada por un solo segundo, sientes que se muere por un instante,  pasan minutos, horas o días para que esa mirada se repita y terminas por anhelar realmente ese instante de vacío muerto, instantes infructuosos, tal como pasar de las miradas a las palabras, infructuoso, muy infructuoso, demasiado infructuoso.
De lo infructuoso nos vamos a la complicación del vacío dentro del vacío, claro, como si necesitara más vacíos, como si fuese soportable quedar en un limbo más. No poder desaforar un sufrir, no poder desaforar un amor, no poder desaforar una rabia, la incapacidad misma de hacer cualquier cosa, cuando se quieren hacer tantas cosas, como a brincos, al imaginar esa prolongación de la muerte del vacío, pero no, no pasará, no habrá ni un intento de asesinato. ¿No se nota que no lo soporto? a estas alturas, en esta ocasión ya ni me desgarro, solo me mantiene balanceándome en la desilusión, la desilusión más aburrida, la desilusión de lo que es tan sencillamente posible, pero de todos modos imposible, ni siquiera un aterrizaje forzoso como en otras ocasiones, o la posibilidad desvanecida, no es así, es permanecer horriblemente tranquila y considerablemente quebrada a la vez.
No está aportando más que otra historia más a mis vacíos, otra más en que soy protagonista desde la misma vereda. No quiero más, solo falta  lo único a lo que tengo derecho: ponerle su punto final, para luego hablar en tiempo pasado, continuar en la nada cotidiana, sentirse muy lejos de ese punto en que todo quería ser abrazo de gato.


p.d. quémierdaesestimar?

jueves, 27 de febrero de 2014

A mí me gusta la letra

Sobre todo esta parte

Deja que te acompañe hasta tu casa y pueda ver el brillo de tus ojos antes de dormir, la luz que se escapa de ti ...
Voy a dar otro paso que me acerque más a ti, deseo estar dormida escuchando tu voz, mirarte hasta el amanecer.









sábado, 22 de febrero de 2014

viernes, 21 de febrero de 2014

Muy niñita

Del costado brota esa vulnerabilidad a sentir nudos en el pecho, a sentir que se otorga demasiado...ese siempre deber frenarse.
La gente distinta no existe. Preservar la soledad por sobre  la valoración a las personas, que los vulgares seres humanos resbalen por la vida, por el instante, solo un gato, un perro, un ruiseñor... podrían ser eternos.
Nadie nunca te llevará por la carretera.

 
Muy perfecta para la vida real.